OPORTUNIDADES PERDIDAS

Había notado la pérdida de sensibilidad en el dedo meñique de su mano izquierda desde los inicios de la pandemia del Covid-19 en su país, y durante cuatro años no le dió ninguna importancia al asunto. 
Luego, a principios del último año, notó como aumentaba el adormecimiento hasta el dedo anular de la misma mano izquierda y la zona adyacente de la palma, con algo similar en la zona correspondiente del pie izquierdo. 
Extrañado, asistió a consulta médica a medio año, le ordenaron unos exámenes de laboratorio y le dijeron que fuera a control con los resultados para definirle el diagnóstico y darle algún tratamiento. 
Aún no se ha realizado los exámenes, el adormecimiento de la mano y el pie izquierdos sigue igual, y ahora ha notado una zona clara en la piel de la cara interna del antebrazo izquierdo, también adormecida. 
Por pura curiosidad revisó con una lupa y observó que la mancha no tenía los pelillos del vello normal, y la lesión tampoco suda y se reseca.
Hace tres meses empezó a sentir mucho dolor en el codo izquierdo, irradiado al antebrazo y la zona adormecida de la mano, pensó en pedir cita médica, pero el dolor mejoró antes de hacer la solicitud luego de tomarse un analgésico. 
Le ha vuelto a molestar el codo, pero toma un calmante y mejora. A veces mejora sin necesidad de tomar nada.
La situación sigue igual, sin mayor preocupación, aunque en la mano izquierda ha venido perdiendo fuerza, pero apenas se nota y aún puede trabajar sin ningún problema. 
Así, el último leproso continua sin diagnóstico.







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